26-08-202413 Minutos

Entrevista con Martina Rua:

Cómo el lenguaje, la tecnología y el uso del tiempo impacta las organizaciones


Martina es periodista y se especializa en innovación y productividad. Lleva 22 años en la industria de la comunicación, escribiendo y estudiando estos temas. Dicta workshops de innovación, inteligencia artificial y time management para ejecutivos y compañías en todo Latinoamérica y da clases de educación ejecutiva de la Universidad de San Andrés.
Estudió periodismo en la Universidad Nacional de La Matanza, cursó el Posgrado de Periodismo Digital de la Universidad de Pompeu Fabra y Google, y la diplomatura en Inteligencia Emocional y liderazgo en la Universidad Siglo XXI. Escribe en La Nación revista y es co-autora de los libros “La Fábrica de Tiempo” y “Cómo domar tus pantallas”, al tiempo que hostea el exitoso podcast “Cómo fabricar tiempo” en lanacion.com

Charlamos con ella sobre cómo nuestro vínculo con el lenguaje, la tecnología y el uso del tiempo impacta en nuestra productividad y también en la cultura organizacional de empresas y organizaciones.

¿Qué nos podés contar en relación a las trincheras mentales, sesgos y la utilización de la A.I en el mundo del trabajo? Estuviste dando una charla sobre esto

Las trincheras mentales es un concepto de una científica que estudia el comportamiento que se llama Alisea Lieberman, y lo que ella trata de mostrar es cómo solemos volver a los lugares que no son conocidos, más allá de que no sean los más eficientes. Tenemos la costumbre de resolver las cosas de una manera, lo hiciste así durante años aún sabiendo que hay otra manera de hacerlo más eficiente, o mejor a veces también para el negocio, pero tu cerebro prioriza esa manera conocida. Con respecto a la relación que esto tiene con la A.I, en un momento laboral y de tanto cambio en las industrias y nuestros roles, donde tenemos que explorar maneras nuevas, sucede que nos encontramos con estas trincheras mentales. Son comunes las respuestas “no lo necesito”, “entre que le explico a la A.I para que lo haga bien, tardo más tiempo”, “mi rol nunca va a desaparecer porque esto es necesario”, entonces hay como un atrincheramiento que no nos deja hacer exploración -que es lo que se va a precisar en los próximo años- para repensar las habilidades que tenemos y para hacernos la pregunta de qué de lo que hago hoy se puedo automatizar.

Pocas cosas dejan más al descubierto a una organización con problemas de liderazgo, que la forma en que habla. Esto planteabas en una columna tuya reciente, ¿podés ampliarnos un poco este vínculo entre lenguaje, cultura organizacional y liderazgo?

Tienen que ver con lo que se respira cuando llegas a un lugar. Quizás visitamos un negocio, una fábrica o un lugar donde vamos a comprar algo y cómo están las personas que lo habitan, habla mucho de la cultura de ese lugar. Y creo que estamos acostumbrados a escuchar quejas, personas desmotivadas, personas que están hablando mal de otra persona que no está presente o también del sistema en el que tienen que trabajar. Esta queja es permanente, “vinimos a la oficina y esto se podría hacer de manera remota”, etc. Bueno, entonces lo que hablamos, cómo usamos el tiempo, las conversaciones que tenemos, se transforman en la realidad de la compañía. Y a veces es muy poco coherente con lo que se pregona. Hay veces que la misión y la visión hablan de colaboración, de construir el futuro, de empuje, de motivación, y cuando vos escuchás las conversaciones -que son las que realmente te hablan de cómo son las compañías- ahí tenés la verdadera cultura.

Martina Rua

“Tenemos la costumbre de resolver las cosas de una manera, lo hiciste así durante años aún sabiendo que hay otra manera de hacerlo más eficiente, o mejor a veces también para el negocio, pero tu cerebro prioriza esa manera conocida”

Por eso es tan difícil cuando hablamos de transformación y cambio, porque implican los verdaderos sentimientos de las personas. Lo que se dice no porque hay que decirlo, sino lo que se dice cuando los demás nos están escuchando. Entonces si queremos una compañía que realmente sea innovadora, colaborativa, exploradora y todos estos atributos que se precisan en el empleo de hoy: ¿cuál es el contexto que estoy generando para que las conversaciones naturalmente fluyan hacia ese lugar? El concepto de somos los que hablamos también lo trabaja Javier Blager.

Ya no sorprende el crecimiento de fenómenos como la Gran Renuncia y otros con los más jóvenes. ¿A qué creés que se deben estos fenómenos con las nuevas generaciones en el mercado laboral actual?

Estas tendencias que estamos viendo, especialmente en las generaciones más jóvenes, donde se habla de Lazy Girl Jobs, Quiet quitting, Quiet ambition, se dan en un contexto global determinado. Y este es un fenómeno que excede a un país, no es de Latinoamérica o de Estados Unidos y de Europa, sino que hay en general, con matices por supuesto, un desencanto con la promesa corporativa. Lo que esta nueva generación está viendo es que por más que trabaje es que no puede pagarse un piso, tiene que compartirlo. No puede por supuesto ni pensar en tener un hogar y a veces ni tener un auto y tener que hacer horas de viaje a las oficinas. Entonces por un lado está la nueva ambición de esta generación donde la experiencia está por encima del tener, pero no es que no quieren tener cosas sino que no las pueden tener. No hay que confundir y decir “esta generación es líquida y no le importan las cosas”, sino que se está conformando con tener experiencias por no poder soñar con trabajar treinta o cuarenta años como hacían otras generaciones hasta alcanzar eso.

“Hay veces que la misión y la visión hablan de colaboración, de construir el futuro, de empuje, de motivación, y cuando vos escuchás las conversaciones -que son las que realmente te hablan de cómo son las compañías- ahí tenés la verdadera cultura”

Y hablando un poco del uso del tiempo y las tecnologías: ¿qué es el JOMO y qué puede aportarnos en este contexto de sobresaturación y preservación de la salud mental?

El concepto de JOMO que viene de “joy of missing out” o la alegría de perdernos algo, es la reacción al “fear of missing out” o FOMO, que es ese miedo a estar perdiéndonos algo que a todos se nos activa cuando nos asomamos a las redes y las consumimos sintiendo realmente que lo que vemos ahí es real. Por más que sepamos que hay un recorte, filtros y brillantina, no dejamos de sentir que nos estamos perdiendo todo lo que vemos por esa ventana. Hay una falsa sensación en la que decimos “si salgo de las redes me quedo afuera de todo esto”, una conexión que sentimos como 24-7 porque no tiene bordes, porque no la aprendemos a delimitar.

Entonces como una contra respuesta llega el el JOMO, que tiene que ver con una desconexión consciente e intencional para luego volver a las pantallas pero habiendo tomado decisiones al respecto. Y en ese disfrute de no estar “conectado” a las redes, se busca conectar realmente con el momento en el que se está. Mucha gente lo hace a través de volver a cosas prácticas como cocinar, leer, un descanso, donde encontramos desconexión intencional, para luego volver a conectarnos. Y en esa exploración uno puede ir encontrando esas zonas seguras o esas zonas libres de tecnología, donde puede volver a regenerarse cuando así lo necesita.

“Hay una falsa sensación en la que decimos “si salgo de las redes me quedo afuera de todo esto”, una conexión que sentimos como 24-7 porque no tiene bordes, porque no la aprendemos a delimitar”.

El otro fenómeno ligado a esto es que la identidad está escindida del trabajo. Las nuevas generaciones vienen a decirnos a las otras más viejas que “no son lo que trabajan”. Trabajan de eso, en muchos casos les gusta el trabajo, buscan que haya valores con los que comulgan, pero no es el sol de su ecosistema, es un planeta más. Entonces te dicen “mi trabajo me interesa, pero tengo otro montón de planetas que también me interesan a los cuales les quiero dar mi tiempo, mi energía y habilidades”. Entonces hay primero un desencanto con la promesa corporativa, y luego un panorama global sumamente complejo, incierto y de recesión.

Contanos 3 hacks de productividad que Martina usa diariamente.

El primero si vos no decidís intencionalmente dónde vas a poner tu foco y tus prioridades, el contexto y los demás eligen por vos. Entonces ser más intencional en dónde pongo mi foco: hay un concepto que se llama ignora crítica, donde yo decido ignorar una gran parte de todo lo que pide mi atención al día y escribo en mi lista sobre lo que voy a poder accionar. Yo mi lista diaria la hago sobre papel porque realmente es lo que me sirve para volver a ella en todo momento durante el día para sentir que estoy avanzando.

“El primero si vos no decidís intencionalmente dónde vas a poner tu foco y tus prioridades, el contexto y los demás eligen por vos”

Mi otro hack de productividad es no tener reuniones innecesarias y siempre que me piden una reunión tratar de llevarla a una comunicación asincrónica, ya sea por mail o hasta por chat o audios que siento que es una manera en la que yo puedo cuidar más la autonomía de mi tiempo. Y el tercero, luego de días de mucho trabajo y de mucho esfuerzo, sí o sí agendar tiempo de regeneración, de disfrute y de diversión para poder entender que hay momentos en los que ese esfuerzo es necesario, o que luego de esa última milla corriendo a todo lo que da tiene que venir un un momento de regeneración, y procuro agendarlo.«