No todo en la vida es el trabajo. Y los PAS no solo se destacan en el ámbito laboral, sino también en otros menesteres… Les acercamos la nota publicada en la edicion 321 de la revista SEGUROS de AAPAS, donde Gustavo Dykla, Productor Asesor de Seguros, nos muestra su faceta culinaria.

Dicen que “saber comer, es saber vivir”. Y si de comidas se trata, el asado ocupa un lugar muy especial en el corazón de los argentinos. Sobre todo si se comparte con la familia y amigos, una de las razones de ser de este clásico de nuestra cocina tradicional.

“Empecé  a hacer asados en la adolescencia y juventud, con mis amigos del colegio, de fútbol y de vóley. En esa época, no era el asador oficial, nos íbamos turnando entre todos y practicando lo que observaba en casa, porque siempre fui más observador que conversador. En mi familia, el asador oficial era mi abuelo materno Luis y luego mi papá, el “Tano” Lu. Mirándolos, fui aprendiendo de ambos sus técnicas y secretos”, describe con pasión Gustavo.

Con más de tres décadas en el mercado asegurador, y en vísperas de celebrar sus 50 años de edad, nos cuenta más sobre su historia con la parrilla. Si bien alguna que otra lesión en la rodilla lo fue dejando fuera de las canchas, nunca quiso quedarse fuera del asado de los «Viércoles de amigos», asado de los miércoles con sabor a viernes…  

“De esa forma fue creciendo mi especialización y título de “Parrillero Titular” en la parrilla. Adicionalmente, soy netamente carnívoro, entonces eso me enfocó aún más en esta pasión”, explica. 

Así como su papá evolucionó hacia comidas al disco y algún cordero a la estaca, Gustavo hacía costillares enteros en la parrilla, esos que cuando están a punto, permiten despegar el hueso de la carne con la mano. “Un secreto difícil de documentar con fotos, pero tengo varios videos que así lo prueban, y muchos colegas PAS han podido degustar esos costillares”, asegura con total honestidad.

Para eso, es clave todo el ritual que envuelve al asador y los tiempos “holgados” de preparación y cocción. “Contrario a mi carácter ansioso, en la parrilla reina la paciencia: al costillar hay que darle muuuucho tiempo, ponerle cariño y la magia sucede”,  relata.

Gustavo es fan del asado tradicional: nada de toppings, ni esos agregados «modernos». Para el experto asador, “la clave es la sal parrillera, el fuego con buen carbón y leña, y el tiempo… todo el resto ¡es decorado!”. A lo sumo, y sólo a veces, puede usar algo de romero, confiesa.

“Elijo personalmente la carne, recorro carnicerías y frigoríficos y pruebo cortes nuevos. Esta cuarentena la parrilla ha sido un gran pasatiempo de fin de semana, probamos nuevos cortes e incluso usé más seguido la estaca, pero sigo prefiriendo la parrilla tradicional, con hierros redonditos y sin enlosar”, describe uno de los miembros del clan Dykla, quien revela que ha desarrollado una muy buena técnica también con la provoleta (dorada y crocante por fuera) y con la entraña.

Con su hijo, hay un tridente que los une hoy más que nunca. “Con Lautaro, vamos compartiendo pasiones: está preparándose para tener la matrícula de Productor, Boca Juniors y ahora también sigue mis pasos en la parrilla”, cuenta con orgullo.

La parrilla argentina es pasión de multitudes: “Me gusta hacer asados para mucha gente, ¡y así poder llenar la parrilla! Tiendo a exagerar con las cantidades… y a olvidarme de poner la morcilla a tiempo, ya que no me gusta comerla…”.

En resumen, paciencia, buena carne, buen carbón, un rico Aperol Spritz o Fernet con Coca y una ley sagrada: el asado no espera, cuando está listo, todos tienen que estar sentados en la mesa y ¡a comer! 

“Así le gustaba a mi abuelo Luis, ¡y así me gusta a mí! Y él, que amaba la parrilla, estoy seguro que estaría orgulloso de probar mi costillar y los asados de su bisnieto mayor Lauti”, finaliza con un mensaje con ADN familiar. Luis, Luciano, Gustavo y Lautaro, cuatro generaciones, una misma pasión.

Ver la revista completa en: https://aapas.org.ar/revista