28-10-20256 Minutos

Envejecimiento y longevidad:

Aportes para vivir más seguros

Vivir más tiempo no siempre significa vivir mejor. La verdadera longevidad se construye día a día, con prevención, hábitos saludables y un buen acompañamiento. En esta nota, tomamos como fuente los aportes de Osvaldo Szostak*, socio de AAPAS y también psicólogo social, para exponer algunos consejos para una vida plena y activa. El mundo del seguro, a través del PAS, comparte ese mismo compromiso: anticiparse a los riesgos, cuidar con compromiso y profesionalismo y ofrecer respaldo cuando más se necesita.


La longevidad, más que un destino biológico, es un camino que se transita día tras día y que se nutre de hábitos, prevención y conciencia sobre los riesgos que implica lo inevitable de la vida. Envejecer puede vivirse con alegría, independencia y calidad de vida si se toman recaudos, se busca asesoramiento experto y se cuenta con un sistema de prevención y cuidados acorde, confiable y profesional.

En este sentido, el sistema asegurador comparte la misma lógica de cuidado y previsión. La prevención y por ende, la protección, tienen una importancia fundamental para el autocuidado y la autopreservación, derivando en una longevidad segura.

Vivir más y mejor requiere de decisiones conscientes: alimentarse bien, moverse, descansar, mantenerse curioso y flexible ante los desafíos que trae cada etapa. La ciencia, la medicina y la tecnología amplían las posibilidades de una vida más larga, pero es la actitud preventiva la que realmente marca la diferencia: la vida implica riesgos pero es posible transitarla con responsabilidad.

Vivir solo cuesta vida

En una cultura que venera la juventud eterna, es lógico que se asuma el envejecimiento como una enfermedad. Irónicamente, vivir más tiempo se ha convertido en uno de los grandes logros de la humanidad: la medicina preventiva (especialmente a través de las vacunas), los avances tecnológicos y la mejora en los sistemas de salud han permitido extender la expectativa de vida y reducir las enfermedades que antes eran mortales. En Argentina, por ejemplo, la esperanza de vida pasó de 65 años en 1960 a 76 en la actualidad, y se proyecta que alcanzará los 82 para el año 2050.

La prevención como actitud frente a la vida es pilar fundamental para un envejecimiento con calidad de vida. Esto incluye el control médico periódico, una alimentación equilibrada, la actividad física y el descanso adecuado. También lo es el cuidado de la salud mental, porque envejecer de manera saludable implica mantener la calma, la curiosidad, la conexión social y la voluntad de aprender. El cerebro es neuroplástico y, mientras haya vida, existe la posibilidad de cambio, adaptación y crecimiento.

Pequeños hábitos sostenidos en el tiempo pueden marcar una gran diferencia para vivir más y mejor:

  • Hacete controles médicos periódicos, al menos una o dos veces por año
  • Controlá tu presión arterial y consultá ante cualquier cambio
  • Mantenete bien hidratado durante todo el día
  • Elegí alimentos frescos y naturales: sumá frutas, verduras y pescado a tu dieta
  • Reducí los ultraprocesados y los productos con grasas saturadas
  • Limitá el consumo de sal y azúcar para cuidar el corazón y el metabolismo
  • Movete todos los días: al menos 30 minutos, 5 veces por semana
  • No fumes, el tabaco acelera el envejecimiento celular
  • Moderá el consumo de alcohol

Un sistema sólido y actualizado que acompañe

Por fuera de la actitud individual frente al cuidado y el respeto por la propia vida se encuentra el sistema en el que las personas estamos inmersas. En una sociedad donde la esperanza de vida se extiende y el estrés es un componente cotidiano que erosiona la salud física y mental, el desafío del siglo XXI incluye repensar los sistemas de salud y de asistencia, formar profesionales comprometidos y capaces de acompañar los cambios demográficos y diseñar sistemas aggiornados y sostenibles para una población cada vez más longeva. Las políticas públicas, las leyes, los sistemas de control, las empresas y los profesionales de salud tienen la responsabilidad de adaptarse, ofreciendo redes de protección que aseguren una atención integral y humanizada.

Los profesionales como puente entre el sistema y las personas

La empatía y la prevención son herramientas fundamentales: comprender las necesidades de las personas mayores implica escuchar su singularidad y responder con conocimiento y compromiso.

El acompañamiento profesional resulta clave para transitar el proceso de envejecimiento de manera plena y saludable. Médicos, terapeutas, nutricionistas, psicólogos y cuidadores especializados actúan como puentes y guías expertos que ayudan a comprender, prevenir y afrontar los cambios físicos y emocionales de cada etapa. Su rol no se limita a brindar asistencia, sino a generar confianza, orientar decisiones y conectar a las personas con los recursos del sistema de salud y de protección social. Para cumplir esa función de manera efectiva, es fundamental que sean profesionales formados, comprometidos, actualizados y responsables, capaces de integrar conocimientos técnicos con una mirada humana y empática. En un contexto donde la longevidad aumenta y las necesidades se diversifican, ellos representan el puente esencial entre la complejidad del sistema y la singularidad de cada individuo, garantizando un acompañamiento integral y de calidad a lo largo del tiempo.

Promover una vida longeva y promover una cultura del seguro son, en el fondo, dos maneras de cuidar que encuentran importantes similitudes.«

*Osvaldo Szostak es psicólogo social y asesor en prevención de riesgos. Como socio de AAPAS, agradecemos su aporte de contenidos de valor para la publicación de notas en la Revista Seguros.«


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