AAPAS continúa adentrándose en el “Lado B” de los Productores Asesores de Seguros para conocer los hobbies que los apasionan y motivan. En esta oportunidad, SEGUROS conversó con Omar Molea (54 años), quien además de ser PAS, Licenciado en Seguros y responsable de un broker de seguros, es amante de los deportes, en especial de aquellos relacionados con el agua. 

Acá les traemos lo mejor de la nota publicada en la última edición de la publicación de AAPAS, donde nos cuenta que desde que tiene uso de razón se vio atraído por la natación. Comenzó a competir desde los 11 hasta los 16 años. Tuvo un impasse hasta los 30, donde se volcó de lleno en un deporte extraño para la mayoría: el waterpolo.

Sin embargo, después de algunos años regresó a la natación, su primer amor. Deporte en el que actualmente compite y se destaca en la categoría Master, obteniendo dos récords argentinos y logrando el Campeón Sudamericano en el 2018. 

Su amor por la natación

Desde chico siempre me sentí atraído por el agua. Empecé a nadar a los 10 y a competir a los 11 años. Dejé la competencia a los 16 años y retomé el deporte acuático a los 30 con la práctica de waterpolo, un deporte poco difundido en Argentina. En países europeos como Italia, España, Croacia, Serbia y Hungría es muy difundido, especialmente en este último, considerado la capital del waterpolo. Es la nación que más veces salió campeón y la natación se considera un deporte nacional. 

El waterpolo, deporte poco conocido

Se juega 7 contra 7, es decir 6 jugadores y el arquero. Y son 4 tiempos de 8 minutos netos, porque cada vez que para la jugada también se detiene el cronómetro, es decir que se juegan 8 minutos netos en 4 tiempos. Es mucho desgaste físico, ya que no podés hacer pie en ningún momento y para lanzar la pelota tenés que hacer una patada especial para elevarte y salir a la altura de la cintura. Es muy duro, de mucho roce y contacto físico. 

Sus inicios en el waterpolo y su retorno a la natación

A los 30 quería volver a hacer algo en el agua, entonces empecé en una pileta de mi barrio en Moreno a practicar “waterpolo” (entre comillas), porque era una pileta muy chiquita donde hacíamos pie y la pelota no era oficial, pero después se sumó un entrenador que nos pasó a una pileta semi olímpica reglamentaria, trajo los arcos y la pelota oficial, nos enseñó las reglas y ahí practicamos el deporte de verdad. 

Jugué unos años y volví a mi primer amor que es la natación. Comencé a competir en la categoría Master. Antes se le decía Veteranos, pero ahora le dicen así y la verdad que queda mejor (risas). La categoría Master es de 25 años para arriba y va de 5 en 5. Yo estoy en la categoría 50-54, y a fin de año paso a la de 55-59 años. En cuanto al estilo, soy pechista. Corro otros estilos, pero mi fuerte es pecho.

Campeonatos de natación

En 2018 fui Campeón Sudamericano en los Juegos Olímpico de la Juventud con dos récords argentinos. En el 2019 fui al mundial Master que se realizó en Corea del Sur, más precisamente  en la ciudad de Gwangju. Se realizó en el estadio de una universidad municipal que tiene cuatro piletas olímpicas techadas, una cosa increíble… Ahí clasifiqué y quedé noveno. 

En junio de 2022 el mundial de natación se realizará  en Japón. Ahora estoy entrenando para el campeonato argentino, pero mi principal objetivo es el mundial. El año que viene voy a estar en la nueva categoría y tengo más posibilidades. 

Se viene el mundial de natación en Japón

Entreno 6 veces por semana. Además, tengo un personal trainer en el gimnasio, otro para natación, una nutricionista y un osteópata. Los domingos voy a remar o salgo a hacer ciclismo. En temporada invernal me voy a hacer snowboard. 

Kayak de travesía, otro de sus hobbies

El kayak me llamó la atención desde chiquito. Lo veía en las películas. Es una embarcación que inventaron los esquimales. Como no tenían madera, hacían el esqueleto con huesos de foca y después lo forraban con cuero. Imagínate que navegaban en aguas heladas y hasta cazaban ballenas con esas embarcaciones. 

El kayak pasa a convertirse en tus miembros inferiores, en la parte debajo de tu cuerpo, vas integrado y hermético porque aunque te pase una ola por encima, tenés el Cubre Cockpit de neoprene que te permite no mojarte. Ninguna embarcación tiene esas características. 

Existen distintos tipos de kayaks. El de slalom, que es corto y se usa en los ríos de montaña y permite esquivar piedras. Y después está el que se utiliza para surfear olas y el kayak de travesía, que es el típico esquimal y tiene mayor eslora, es decir, es más largo y para hacer grandes distancias. 

Expedición científica a la Antártida

Hice varias travesías. En 1990 recorrimos Tigre-Punta del Este, fueron 500km. en 19 días. Cruzamos por el Delta hasta Carmelo, Uruguay. Fuimos cortando bahías hasta llegar a destino. En esa oportunidad fuimos cuatro personas. El kayak nos permitió conocer  lugares increíbles porque llegábamos a playas que nadie podía acceder por tierra, dado que no había caminos ni calado. 

A su vez, en 1991 integré una expedición científica a la Antártida que se fue gestando durante 3 años. El camarógrafo alemán que iba a formar parte del viaje, se bajó 20 días antes y en ese momento me llamaron a mí. Fue la primera expedición con kayak a la Antártida y se organizó para estudiar a las orcas. El requisito era navegar en kayak para no interferir con la naturaleza. Participamos cuatro personas y estuvimos 2 meses. 

Volamos en el Hércules hasta la Base Marambio, desde ahí nos llevaron en helicóptero hasta el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, después fuimos hasta el barco “Aviso Irigoyen”, que nos llevó hasta la Bahía Andvord, donde nos bajaron en unos gomones y nos dejaron en una playa donde estuvimos durmiendo varias semanas en carpa. 

Una experiencia inolvidable fue cuando remamos 35km. hasta Bahía Paraíso, la belleza de aquel lugar es indescriptible. El agua es tremendamente cristalina y la primera vez que me subí al kayak me dio vértigo porque se veía con tanta claridad el fondo que podías ver la  parte de abajo de los témpanos. Navegamos rodeados de animales marinos, desde focas, leopardos marinos, pingüinos hasta ballenas. 

La pasión por el vino, fuera del deporte …

Así es. Desde muy joven me atrajo el mundo del vino. Cuando tenía 18 años una amiga de mi papá me empezó a explicar sobre el tema y me regaló algunas botellas. Tengo una pequeña bodega en el sótano de mi casa con aproximadamente 150 botellas. 

Como hobbie y para relacionarme organizo degustaciones con clientes del broker. También me gusta regalar vinos en bolsas con el logo de nuestra empresa, Molea Broker de Seguros. Hice muchos cursos de vinos, además de degustaciones y visitas a distintas bodegas en Mendoza y Chile. 

En los cursos de sommelier, además de aprender sobre vinos, conocemos sobre habanos, chocolates, té, café… Es un universo apasionante y con mucha mística. 

El universo de los seguros

En mi familia somos tres generaciones de Asesores de Seguros. Empezó mi padre que “tocaba de oído”, después seguí yo, que realicé la Licenciatura en Seguros en la UADE y a partir de ese momento se fue consolidando el negocio.

Actualmente trabaja conmigo mi hijo, que ya se recibió de Técnico Superior en Seguros y también realizó la carrera en AAPAS de Analista de Riesgos (ARPAS). Somos la tercera generación de PAS. Mi papá se retiró y yo sigo trabajando con mi hijo. 

El deporte y la actividad aseguradora

Conocí mucha gente en el waterpolo, la natación y el kayak, que hoy son mis clientes. Siempre que te relacionas de la forma que sea, desde ir a un club social o a un curso de vela, surgen negocios y más en los seguros, donde lo que vendes es confianza. La misma que tengo cada vez que encaro un nuevo desafío…