Es decir, se compran piezas robadas porque es relativamente fácil adquirirlas y usarlas, ya que la probabilidad de identificar una pieza robada en un auto reparado es casi inexistente.
Sin entrar a discutir, si es fácil o difícil adulterar las piezas grabadas o si el grabado debiera venir de fábrica con el mismo número del chasis, lo que está claro es que buscar piezas marcadas en el universo de vehículos del país es buscar una aguja en un pajar, o aún más, marcar piezas es solamente útil para saber si esa pieza corresponde a un depósito legal o no.
Marcar piezas es un buscar un remedio a una enfermedad que se puede prevenir.
¿Cómo se podría cortar la cadena desde el principio? Los pilares son:
· Dificultar el robo, utilizar la tecnología y aprovechar la telemática para localizar los autos robados.
· También darle herramientas a las fuerzas de seguridad para saber dónde esconden y por dónde circulan los vehículos robados.
Desde hace años que existen los sistemas localizadores de autos, podríamos decir que esa es la vacuna preventiva porque evita, o minimiza, la enfermedad del robo automotor. Si dificultamos el robo, no habrán piezas que reducir, ni comercios que fiscalizar ni víctimas que lamentar.
Evitar el robo es cortar el problema de raíz.
Difícilmente un control vehicular verifique que el número de motor, el número de chasis y el de patente coincidan con la cédula verde. ¿Esperamos que además revisen si la numeración de las partes marcadas coincide? En más de 15 años de experiencia, hasta hemos recuperado autos con patentes cambiadas, que habían pasado anteriormente puntos de control policial en los que tan solo verificaron que la patente en cuestión, no tuviera pedido de secuestro.