
Por
Ana Belén Leyva,
Prosecretaria
Desde su génesis, el seguro como sector, se ha basado en la confianza, en el principio de la buena fe. Estos valores se hacen tangibles al momento de honrar los compromisos asumidos por la aseguradora al momento de un siniestro. Es sabido que las malas prácticas de cualquier integrante de la cadena de valor, manchan esa confianza y empañan la imagen del sector en la sociedad, vulnerando la credibilidad que debería prevalecer y ser más grande con el paso del tiempo.
Basta con leer los comentarios en cualquier posteo sobre fraude o incluso sobre cultura aseguradora, para entender la mirada que la sociedad tiene sobre el mercado asegurador en su conjunto. Es muy frecuente “el seguro tiene letra chica”, “el seguro roba”, “robar al que te roba” y otras líneas en el mismo tinte, convalidando a esa comunidad asegurada que tuvo una mala experiencia, un siniestro mal indemnizado o en tiempos por fuera del plazo legal correspondiente. Esta mala imagen impregnada en la esfera pública es producto de múltiples factores en donde cada actor tiene un rol.

En los últimos tiempos, la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) ha puesto en evidencia la existencia de malas prácticas en el mercado, sancionando conductas que vulneran la ética y la confianza depositada por la comunidad asegurada. Estas acciones regulatorias no sólo buscan proteger a asegurados y asegurables, sino que también resaltan la importancia de los cargos directivos en el devenir de cada aseguradora.
La conducción responsable desde los niveles más altos de una organización es fundamental para establecer una cultura de integridad y cumplimiento. El ejemplo que brindan quienes ocupan puestos directivos incide directamente en el comportamiento de toda la estructura de la compañía, transmitiendo valores que impactan en la forma en que se gestionan los siniestros, se diseñan productos y el servicio a los clientes. La vigilancia y sanción a malas prácticas por parte de la SSN es, en este sentido, un llamado a la reflexión y a la mejora continua del sector.
El mercado asegurador se trata de un sector que, en su mejor versión, puede ser motor de estabilidad, solidaridad y reconstrucción social y económica, pero cuya legitimidad siempre estará en juego; es por ello que será clave el aporte proactivo de cada actor de la industria de acuerdo al rol que ocupa, en pos de mostrar transparencia y honrar los compromisos asumidos, evidenciando la ética profesional y personal de cada uno.«